jueves, febrero 14, 2008

Por ti.

Creo que somos la suma de los actos que realizamos, de las decisiones que tomamos y de las experiencias que vivimos que condicionan todas nuestras relaciones personales y laborales. Nuestra manera de enfrentarnos a las situaciones depende de ello y pienso que se aprende cuando más hundido estás y encuentras la manera de levantarte.

Me levanté y creí haber aprendido a protegerme, a no exponerme, a blindarme para no dejar ni un hueco al aire. Y cuando más firmemente creía en mi nuevo lema… llegaste tú y todo cambió. Ya no necesito un lema, ahora vuelvo a ser yo.

Quería dedicarte una entrada desde hacía tiempo por que si este blog cuenta mi vida, faltaba la parte más importante: Tú.

Me has hecho cambiar para mejor. Mis metas no son las mismas que hace hoy un año, hoy te incluyen a ti.

Mil Besos, cielo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

También hay quien se cansa de levantarse, quien se aburre de cometer siempre los mismos errores, quien alcanza la conclusión de la inevitabilidad de su melancolía y de la vacuidad de todo intento de desprenderse de ella.

Había alcanzado, quizás, el fondo del abismo donde habitan mis propios fantasmas. Con ademán cansado, dejé de luchar por desterrar el frío de mi interior; me rendí a arder por fuera mientras me congelaba por dentro, espesándose mi sangre hasta casi detenerse en mis venas. Me acostumbré a mirar a los ojos a esa oscuridad que se agazapa en el fondo de todos los vasos vacíos y a aceptarla como acompañante. Con gesto indolente, acomodé lo mejor que pude dentro de mí a los monstruos que torturaban mi alma, asumiendo su presencia. Desprecié, en definitiva, toda esperanza fuera de alcanzar, quizás algún día, una comodidad insensible.

Pero uno nunca termina de equivocarse. Y jamás comprenderé cómo apareciste, pero ahora estás aquí. Con implacable optimismo espantaste a todos los fantasmas y monstruos que habitaban mi pecho, reclamándolo tú como propio; y sucede que la luz que desprendes es capaz de hacer brillar los fondos de los vasos, y tu calor pudo echar a andar a mi corazón de nuevo. Ahora yo mismo palpito con fuerza, cargado de esperanzas e incluso capaz de escribir comentarios cursis como este.

Hoy, como todos los días desde hace un año, sólo desearía ser especial, porque tú eres tan especial...

Un beso, volvoreta.